sábado, 6 de diciembre de 2008

Tu paisaje también es mío

Por: Teresa Villarino Valdivielso. Dr. Ingeniero de Montes. Melissa, Consultoría e Ingeniería Ambiental, Asociación de Montes

(Del libro "XXX Aniversario del CIDES, disponible a quienes nos lo soliciten indicando su dirección electrónica)

Esta mañana me he metido “de hoz y coz” en un fregado, a conciencia. Sabía todo lo que iba a pasar y me podía pasar. Pero me di ese gusto, quizá por la supuesta protección que me proporcionaba el lugar. Pasaba por delante de los Juzgados de Plaza de Castilla, en cuyo entorno se ven grupitos de gente que esperan la salida de sus deudos, a los que han llevado por algún hurtillo. Uno de esos grupos estaba rodeado por una densa alfombra de cáscaras de pipas, cosa que, he de reconocer, me crispa.

Me paré, miré, y les espeté:

- pero hombre ¡esas pipas!!!
- qué paaaassa, es que no se pueden comer pipas?
- si hombre, pero no tirar las cáscaras al suelo
- y que quiere que haga?
- pues recogerlas en misma bolsita
- si ahí voy a estar yo……..
- Vd. Las tira en su salón?
- oiga, yo hago lo que me da la gana, ¿es que la calle es suya?

Y ahí me crecí yo.

- si, si y suya y de ese señor…

El joven se vino hacia mí, sacando pecho y decidí, meter el rabo entre las piernas y largarme. Pero muy desahogada.

Pues eso, eso mismito es lo que pasa con el paisaje, que es de TODOS, y lo que es de todos parece que no es de nadie. Es un recurso gratuito pero muy caro, que despilfarramos.

Y lo ignoramos, o lo manejamos a nuestro antojo, o lo dejamos por imposible.
A nivel de calle le pasa lo que a las pipas, pero a nivel académico casi está peor. Entre el tópico de la subjetividad en su estudio y la trampa de su carácter polisémico, nos hemos movido demasiado tiempo. Y el paisaje ha sido para el técnico del territorio un tema menor, quizá porque es difícil desligar la idea de paisaje de una emoción estética, incluso de un estado de ánimo y, para la generalidad, eso que vemos desde la ventanilla del coche, o como trasfondo de un cuadro.

Ahora me preocupa que pase a ser un tema demasiado mayor, porque en el tiempito que ha pasado desde la firma por España del Convenio Europeo del Paisaje (lo define y establece las exigencias de manejo) todo lo que me ha llegado se apellida “paisaje” y en ocasiones, de segundo, “sostenible”. A punto está, si se hace muy mayor, lo de “paisaje sostenible biodiverso de diseño”.
Pero, dios nos coja confesados porque, aunque nos viene como mano de santo (ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no le alumbre, diría un castizo), podemos ponerle tanto fervor que perdamos un poco los estribos y el paisaje sea un cajón de sastre, y lo mismo sirva para decir que NO, como para decir que SI. El Convenio lo define muy bien pero “mucho”, es decir, que quiere abarcarlo todo. Una directiva europea, la 85/337/CEE, transpuesta a nuestra legislación, ya nos dijo que el medio ambiente era el suelo, el aire, el agua, la vegetación, el paisaje, los bienes materiales y el patrimonio cultural. Y su enfoque un traje a la medida. Sus rasgos más definitorios son su carácter territorial y su relación con el hombre pero no sólo eso, es más, es la luz y la mirada humana, porque el territorio no se hace paisaje hasta que el hombre no lo percibe. En esto de la subjetividad entra en función la percepción de la belleza de un lugar que, en términos de calidad, “es un acto creativo de interpretación por parte del observador”, pero ya en “mis tiempos” se nos enseñaba a objetivar las subjetividades.

No se trata de preferencias. A uno le puede gustar para su casa una decoración clásica, art decó, o modernista, pero a pocos le gustaría vivir en un trastero, ni pondría el cubo de basura al pie de la cama.

Como universitario puedo decir que, al principio de los años setenta, en la Universidad Politécnica era muy difícil hacer una tesis doctoral sobre paisaje porque parecía un tema de poca enjundia, se aceptaba pero a regañadientes, porque no era algo “consistente” para una ingeniería. Traíamos a conocidos paisajistas anglosajones para que nos contaran y casi se nos señalaba en la Escuela como los blandos del territorio.

Paisaje del Parque de Monfragüe

Como empresa también empezamos a trabajar con el paisaje por esas fechas. No había Normas, Planes, Estudios…que no llevaran su análisis-coletilla paisajístico. Casi todo era discutido, pero nunca nadie preguntó por el paisaje, o no sabían, o no lo veían o…eso.

En estos momentos si los del vino necesitan promocionarse, venga paisaje del vino, que los del olivo no son menos, pues paisaje del olivo, que el agua es muy importante dale al paisaje del agua…esto entretiene mucho, y declarar paisajes culturales necesario, pero cuidado que el paisaje no es una foto fija, no es solamente la escenografía que nos rodea, es algo dinámico que, de alguna manera, determina las costumbres de un territorio, forma su carácter y explica las cualidades y gustos del hombre que lo vive.

Sí, el paisaje necesita legislación que le abrigue, porque la tiene dispersadita y sin sustancia. Pero la necesita clarita y fácil de manejar. Antes (acaso, ya, al mismo tiempo) conocimiento, conciencia, sentido común…Por ejemplo: si yo tengo una casa con vistas al mar, por escritura, puedo denunciar al vecino si se pone delante de mí y me quita las vistas (¿o pierdo el tiempo?)

Hayas en El Courel, Galicia

Y si tanta protección del paisaje es un arma para frenar… y si una bodega decide proteger el paisaje de su entorno ¿protege el paisaje o la bodega?
Pero la legislación no es el cambio, es la oportunidad para hacer el cambio, y me temo que a pesar de todas las normativas internacional, europea, nacional y autonómica que nos invade tarde bastante en reflejarse en el territorio.

Por ejemplo la Ley 8/2008 de Galicia, establece:- Instrumentos para la protección, gestión y ordenación del paisaje- catálogos del paisaje de Galicia- directrices de paisaje- estudios de impacto e integración paisajística - planes de acción del paisaje en áreas protegidas

Y propone la creación del Observatorio Gallego del paisaje. ¡Casi ná!

También el paisaje debe estudiarse, como disciplina transversal (uf, que miedo!!, desde que oí a Ferrán Adrià decir que la cocina era una disciplina que cortaba transversalmente a todas!!!), como especialización, como master…qué más da. Aunque creo que debe ser una disciplina en si misma porque tiene muchos enfoques, lenguajes y mucho contenido. Debe poder estudiarse por quién lo desee y necesita unas cabezas pensantes que decidan sobre ello. Pero una vez conocida la partitura, alguien la tiene que tocar y pagar ¿la administración?, ¿la universidad? ¿los promotores?, ¿los “de fuera”?. Quizá todos, pero sería malo que “unos por otros la casa sin barrer” y dale con…los paisajes vividos… soñados… o inventados. También hay otros más concretos: los paisajes culturales, los paisajes pintorescos, los paisajes naturales, los paisajes cotidianos...

No es la efervescencia del paisaje lo que me preocupa, es la velocidad con que lo hace. Todo necesita su tiempo, pero si es para bien, bienvenido sea este furor.

El paisaje es un recurso gratuito, un activo patrimonial, pero su mantenimiento cuesta dinerito, por eso no estaría mal cobrar una pesetilla a los que vienen con carné de turista y nos piden cada año que no cambiemos, que mantengamos esos tan diversos y poco alterados paisajes. Algo parecido a “poner puertas al campo”. Pues sí, para valorar y respetar algo tiene que costarnos, aunque sea una pegatina de “a duro”. Porque el paisaje es de todos, mío también, y por eso no quiero que lo maltraten.

El paisaje del 2050 será lo que seamos nosotros, ya que el paisaje es también la imagen en el territorio de un estilo de desarrollo.

(Pero hablar de desarrollo es muy difícil, muy difícil, al menos para mí).

Parece muy conveniente y saludable una regulación normativa, independiente del rango, que supusiera la elaboración de una Estrategia Nacional del Paisaje, con una amplia interlocución y participación de todos los actores y agentes sociales, económicos y ambientales implicados. Para ello hay que generar conciencia y conocimiento y una apuesta de las administraciones públicas, tanto en un respaldo presupuestario como en voluntad política para desarrollar campañas de información

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