Estar reunido, casi enclaustrado, durante cinco intensos días (y cinco noches), con la flor y nata de la protección al medio ambiente es algo que, como dirían nuestros jóvenes, “alucina de colores”, para los que apenas estamos dando los primeros pasos por estas veredas. Y eso me ha ocurrido, a mí, aprendiz enamorado del positivismo y realismo ambiental.
Ha sido en la residencia de La Granda (Avilés – Gozón), que tiene Arcelor - Mittal, y que un día fue Casa de Gerencia de ENSIDESA. Ha sido bajo el paraguas protector de la Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos, en la celebración de su treinta aniversario de actividad académica, bajo el mecenazgo de ese pro-hombre astur que es Teodoro López-Cuesta Egocheaga (y su esposa Luisina), y la dirección magistral de ese sabio que es Santiago Grisolía, Premio Príncipe
de Asturias y mil cosas más pero, sobre todo, hombre entrañable donde los haya, enciclopedista en su conocimiento y mente privilegiada, cuya amistad me honra profundamente (contando igualmente con la tan grata compañía de su esposa Francis).
Hemos tenido el privilegio de conocer la biodiversidad a través de un multidisciplinar calidoscopio (que, no olvidemos, en griego significa: bella imagen). Ha sido una gozada, para el espíritu, saber de ese microcosmos que es la metagenómica y la biología sintética (“la biodiversidad en un tubo de ensayo”), con su inmensidad y sus secretos apasionantes. Vivir la diversidad microbiana en esa simbiosis y sinergias entre las plantas y sus parásitos, descubriendo lo que está continuamente ante nuestros ojos y no lo sabemos ver ni vivir.
Recordar a Darwin (de quien el año próximo se celebrará el bicentenario de su nacimiento), siguiendo un poco, paso a paso, su apasionante vida, abriendo brecha al pensamiento,
levantando los velos del saber trascendente, pero sin olvidar los saberes de hispanos que, en su
tiempo, fueron pioneros de la evolución, como un Félix de Azara, aquel aragonés, militar y naturalista, que se pasó veinte años en el inmenso Brasil.
Nos hemos apasionado, y hemos hecho fusión, con el microcosmos megadiverso de los insectos; es infinito lo que saben los que saben de los escarabajos, y de las mariposas, y de los parásitos de los parásitos de los parásitos… Y, mirándonos en nuestra piel, hemos conocido algo de esa
interacción de los impactos medioambientales sobre los tejidos animales; hemos palpado los beneficios y maleficios de los rayos solares que, para disfrutarlos, hay que saber dosificarlos, no
como los que, inconscientes, buscan destruir sus células achicharrados por radiaciones maléficas.
Pero igualmente, en ese disfrutar del disfrute, nos hemos sentido atraídos por la biosfera planetaria en transición, conociendo más y más de las extinciones, las introducciones y los transgénicos (¡cuánto bueno aportan y aportarán estos últimos de la mano de los científicos!); con avidez hemos seguido los relatos de quienes saben hacer del conocimiento un placer para los diletantes.
Científicos estos que debieran estar más en los medios de comunicación, para culturizarnos y elevar el nivel de nuestros conocimientos, para que nos ayuden a escudriñar en estos fondos del saber, que esncomo navegar por un universo sin fronteras y sin límites, donde la imaginación se queda raquítica frente a la inmensa realidad.
Pero es que, también, nos hemos paseado con el lince ibérico, y con el urogallo y con el oso pardo, por los reductos (por desgracia pocos y pequeños), que sustentan a esta fauna privilegiada; y hemos gozado de saber los esfuerzos para su preservación, lejos de los grotescos escenarios propagandísticos. Nos hemos enamorado de esa fauna ibérica, y hemos sufrido en sus
avatares, pero hemos respirado a fondo cuando sabemos que del buen saber hacer se recogen
frutos; hay que poner mimo en estos quehaceres, vocación en estos empeños, ilusión en las
nuevas generaciones…
Y nos hemos ido al mundo del agua, amor de mis amores, que me ha hecho ampliar aquella reflexión que siempre llevé en mis andares: “en la Tierra donde hay agua hay vida”, para ahora poder añadir “en el Agua, cuando hay tierra se multiplica la vida”, porque el Creador, el segundo día de su organizar un poco este mundo revuelto, cuando separó las aguas de las tierras, dejó que del maridaje de ambas naciese la biodiversidad. Hemos conocido aquí los fondos marinos, con sus asombrosas formas de vida, con sus misterios insondables, con sus recursos que hemos de mimar y proteger… Y hemos conocido, con información objetiva, esa pérdida de sostenibilidad de la pesca, que se vislumbra como un ocaso de la globalización; hemos pensado que no hay que “vivir para ver”, sino mejor “ver para reflexionar”; el mar no es la despensa infinita, y esquilmar sus riquezas es, sin duda, una práctica suicida. Por eso, tal vez, nos han enseñado cómo el mar es el mejor indicador en la evaluación de impactos ambientales. Sus aguas prístinas se ven hoy manchadas y enlodadas por una vorágine a la que tenemos que poner freno; bucear, junto a los expertos, por nuestros litorales, es descubrir un mundo ignoto de belleza singular, que encierra las claves de la vida.
Pero, por el mismo camino, hemos descubierto la inmensidad biológica de los ríos, levantando
un poco la epidermis acuática, para asomarnos a esa ventana de maravillas ocultas; aunque
también hemos conocido un panorama sombrío de su contaminación por aguas residuales y por vertidos incontrolados; hemos visto, en nuestros ríos, la huella que deja el consumo de drogas,
especialmente los fines de semana, y nos han hecho reflexionar sobre esa evidencia de que
sobrepasamos los humanos al poder depurador de la Naturaleza, que nos fue prestada.
Y, comparando lo grande y lo pequeño, en este mundo de la diversidad, se nos ha presentado la realidad hiriente de las macrociudades, para marcar la necesidad de una racional planificación del urbanismo, porque por otros caminos seríamos como fagocitos que se apoderan y digieren en su citoplasma los cadáveres nacidos de ese mundo irracional. Y nos ha cautivado la realidad de la conservación de la biodiversidad a pequeña escala, en microreservas de flora, donde la iniciativa pública y la privada pueden cumplir de lleno con las responsabilidades que a todos nos atañen.
Finalmente quisiera decir que el tema sobre el que me tocó aportar un granito de arena ha sido el de la rehabilitación de los espacios mineros, donde con imaginación se pueden aportar a la sociedad activos ambientales de extraordinario valor, de los que aquí tocaba presentar la rehabilitación naturalística, que tanto puede ayudar a la biodiversidad, desde microreservas, hasta nichos para la preservación de una flora y fauna en peligro. Abordar este panorama, y encontrar el apoyo entusiástico de este grupo selecto de conservacionistas, es un gran aliento, porque el buen hacer, en este ámbito, tiene que ir de la mano de equipos pluridisciplinares. En
este sentido, en la sexta conclusión, de las siete que incluye el Manifiesto de La Granda, sobre la
biodiversidad, se propone:
“Rehabilitar los espacios degradados, como son minas abandonadas, para implementar activos ambientales que colaboren a la restauración, a la conservación y a las actividades de conocimiento sobre la biodiversidad”
Los que hemos pasado estos días de trabajo en La Granda, cerca de Trasona (Asturias), al borde del embalse, hemos sido diez Premios Rey Jaime I y Príncipe de Asturias, junto a un selecto grupo de catedráticos y responsables de instituciones muy empeñadas en la biodiversidad, lejos de talibanismos fundamentalistas. Nunca, en mi vida, disfruté tanto de una reunión en la que estaban los “pata negra” de la biodiversidad, y en la que siempre los puntos de
vista fueron acompañados de la necesaria, por realista, visión economicista.
Así pues, nunca olvidaremos este “curso”, en el que los alumnos hemos sido los propios ponentes,
desarrollado sobre el formato de dos ponencias matutinas y una vespertina, seguidas siempre de
amplios e intensos coloquios y debates, de entrañables almuerzos y cenas, en los que los
organizadores tuvieron el acierto, tan de agradecer, de invitar a nuestras esposas, que ante el
interés de las presentaciones, no se las quisieron perder.
“Cuidadora” de estos vetustos ponentes ha sido la Dra. Elena Bendala-Tufanisco, que se ha
desvivido por atender y prestar su mejor saber hacer en todos los temas, no sólo los logísticos, sino también, los humanos y científicos.
En este marco hemos de decir, una vez más: “¡Asturies que guapa yes!”
Rafael Fernández Rubio
Premio Rey Jaime I a la Preservación del Medio Ambiente.
La Granda (Asturias), 18 al 22 de agosto de 2008.
Manifiesto de La Granda sobre Biodiversidad
Reunidos en el curso de Biodiversidad de La Granda, un grupo multidisciplinar de científicos y
profesionales de diversos campos del medio ambiente, han analizado, a lo largo de una semana, los problemas que afectan a la biodiversidad en España. Por todo ello, desean transmitir su
preocupación por los factores que inciden negativamente en su estado de conservación y desean
hacer públicas las siguientes necesidades:
1. Sostener decididamente los estudios pluridisciplinares sobre la biodiversidad que permitan
desarrollar programas y medidas que garanticen la conservación efectiva del medio ambiente.
2. Planificar cualquier actuación que afecte al territorio y al desarrollo urbano a fin de evitar el
uso desordenado del espacio.
3. Poner de relieve la importancia del paisaje rural mediterráneo y las actividades
agrosilvopastorales tradicionales por sus valores ambientales e históricos.
4. Actuar para corregir la preocupante situación de la biodiversidad marina como consecuencia
de los impactos industriales y urbanos, creciente contaminación, sobrepesca e
incumplimiento de las normativas vigentes.
5. Fomentar activamente la transferencia de los conocimientos científicos sobre biodiversidad y
su conservación a los estamentos de decisión política y económica.
6. Rehabilitar los espacios degradados, como son minas abandonadas, para implementar
activos ambientales que colaboren a la restauración, a la conservación y a las actividades de
conocimiento sobre la biodiversidad.
7. Insistir en la responsabilidad en la que incurren todas las administraciones en relación a la
necesidad de desarrollar y apoyar investigaciones sobre biodiversidad, impulsando
disposiciones legislativas y la vigilancia de su estricto cumplimiento.
Relación de Ponentes, por orden de intervención
Dr. Santiago Grisolía, premio Príncipe de Asturias; Dr. Francisco García Novo, Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente y catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla; Dr. Rafael Jiménez Díaz, Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente y director del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba; Dr. Andrés Moya, director del Instituto Cabanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva; Dr. Eduardo Galante Patiño, director del Centro Iberoamericano de Biodiversidad; Dr. Esteban Hernández Bermejo, director del Jardín Botánico de Córdoba; Dr. Alex Aguilar, Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente y catedrático de Biología Animal de la Universidad de Barcelona; Dr. José Ramón Obeso, Catedrático de Ecología de la Universidad de Barcelona; Dr. Emilio Barberá Guillem, Celertia Research Laboratorios, Powell, Ohio y secretario del Alto Consejo Consultivo de I+D+i de la Presidencia de la Generalitat valenciana; Dr. Damiá Barceló Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente e investigador del Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales de Barcelona; Dr. José Carlos García Gómez, catedrático de Zoología de la Universidad de Sevilla; Dr. Miguel Delibes, Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente e investigador de la Estación Biológica de Doñana; Dr. Rafael Fernández Rubio, Premio Rey Jaime I a la Protección del Medio Ambiente y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid; Dr. Fernando de Terán, Premio Rey Jaime I de Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; D. Emiliano Laguna Lumbreras, coordinador de los programas de conservación de la flora silvestre de la Generalitat valenciana; Dr. Juan Velarde Fuertes, Premio Príncipe de Asturias y consejero del Tribunal de Cuentas; Dr. Teodoro López-Cuesta Egocheaga, presidente de la Fundación Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos.
lunes, 25 de agosto de 2008
Manifiesto de La Granda sobre la Biodiversidad
Etiquetas:
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