miércoles, 12 de noviembre de 2008

Un millón de árboles

Este artículo ha sido publicado en el diario La Razón. Su autor es Rafael Ceballos, Ingeniero de Montes, Presidente del CIDES , Vicedecano del Colegio de Ingenieros de Montes
7 Noviembre 08


En los escudos nobiliarios en los que aparece un árbol, es raro que se especifique el tipo de árbol que es; mientras que en los escudos territoriales pertenecientes a pueblos, ciudades o países, los árboles suelen estar bien definidos por querer expresar, entre otras cualidades, el que abunda en ese territorio, el que es beneficioso para sus habitantes o del que depende su economía, como pudiera ser la palmera, en la Villa de Santa Brígida, en Gran Canaria; el árbol de la Quina, en Perú o el Cedro, en la República del Líbano.

La encina, Quercus ilex, es el árbol más importante y de mayor valor representativo de nuestra vegetación leñosa, en razón de la gran difusión y extensión que sus dominios naturales alcanzan en España, pues dicen las estadísticas que hay 682 millones de tales árboles. El nombre latino proviene de la palabra celta quercuez, que parece significar árbol hermoso y, de acuerdo con la leyenda con su madera se construyó el Arca de Noé.

El mayor elogio que se puede hacer de la encina recae sobre su asombrosa vitalidad: presenta una notable fortaleza en sus raíces que penetran profundamente en el terreno para soportar un árbol que normalmente vive entre 5 y 7 siglos; florece, en verdiamarillo, desde la temprana edad de 10 o 15 años y la producción de bellotas va en aumento hasta alcanzar sus máximos entre los 50 a 100 años.

Hasta más allá de los 200 años es capaz de soportar las talas y mutilaciones, a las que responde con abundantes y vigorosos retoños, de igual modo que ante los excesos de sequía y tras los daños del fuego, reacciona activando la producción de renuevos, gracias a los jugos que sus raíces extraen de las entrañas de la tierra.

No soy un experto en semiótica, desconozco la ciencia de los símbolos y no quisiera errar, o que se me tilde de atrevido, al hacer esta incursión en una disciplina tan rigurosa como es la heráldica; pero ¿no les parece emblemático que nos correspondan más de quince encinas por habitante, de una especie que se sobrepone a todo tipo de inclemencias y, machadianamente considerada, es la humildad y fortaleza?

En el escudo de Extremadura figura la encina, como también podría figurar en la mayoría de las comunidades autónomas. Jugando con lo improbable, si alguna vez quisiera renovarse el escudo de España, podría incluirse en algún cuartel, en lugar de los Reinos que ahora aparecen, el conjunto de las autonomías, representadas por una encina.

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