Rafael Ceballos, actual presidente del Comité de Ingenieria y Desarrollo Sostenible del Instituto de Ingeniería de España -sustituyó a Rafael Fernández Rubio-, presentó el pasado 20 de mayo de 2008 una panorámica de la naturaleza de los incendios forestales, con especial orientación hacia la prevención de los mismos que se viene aplicando en España.
Pronunciada la conferencia dentro del marco de las reuniones periódicas del Comité, dado su interés, y otorgado el permiso de su autor para ofrecer esta divulgación, recogemos aquí un resumen de las notas que he tomado durante la misma. Por supuesto, los errores que puedan haberse deslizado en este Comentario son imputables únicamente a quien hace la reseña, que no ha sido revisada por Ceballos.
La conferencia tendrá una segunda parte, que reseñaremos oportunamente.
1. Definición de incendio forestal , condiciones de aparición y propagación, y causas más frecuentes de los incendios.-
Los incendios forestales se producen cuando se quema una masa forestal arbolada, de las que componen nuestro patrimonio forestal. Las zonas boscosas no suelen encontrarse a la orilla de los ríos, ya que las vegas son utilizadas normalmente como terrenos de cultivo.
La mayor parte de la superficie forestal española la componen los arbustos.
Para que se produzca un incendio es necesaria la concurrencia de varios factores: chispa, material combustible, y oxígeno; por eso, cuando se añade el viento a la situación de incendio, la propagación del frente es muy rápida.
Como contrapartida, el riesgo de incendio disminuye con la humedad o la dispersión del material combustible. La combinación de baja humedad en el suelo y el ambiente y altas temperaturas -que se presenta en los meses de verano- resulta especialmente apta para favorecer los incendios.
El riesgo de incendio ha aumentado potencialmente por diversas razones: acercamiento de la urbe al monte; existencia de vertederos incontrolados que entran en combustión espontánea; factores humanos (actividades de quema no controladas; intereses económicos, bien para generar terreno edificable o partidas de madera barata; forma de protestar contra la creación de espacios naturales; etc); cortas de madera irresponsables o falta de limpieza del monte, persecución de la caza, entre otras. Los rayos, forma natural de producirse los incendios, son la causa menos frecuente -entre un 1 y un 3%-.
Resulta especialmente llamativa como nueva razón el que los pirómanos también pueden ser los propios empleados encargados de la protección contra incendios, que temen perder su trabajo si no tienen actividad como bomberos. Paradojas y miserias del ser humano.
2. Puntos calientes y formas de prevención de incendios.-
La Política de Prevención de Incendios ha hecho, en fin, desfigurarse la tipología clásica de los focos potenciales más peligrosos. Hay pocos incendios junto a carreteras -mayor concienciación de los automovilistas, que no arrojan ahora colillas encendidas por la ventanilla; y mejor combustión de las mezclas usadas-, pero hay más junto a las vías férreas o líneas de tensión, provocadas por chispas que saltan de los tendidos eléctricos o al paso de los trenes.
La prevención más conocida de los incendios en zonas forestales es la de los cortafuegos. También se emplean fitocidas para mantener limpias las zonas deforestadas. Para la detección pronta de los incendios, han proliferado las centrales-torretas, por las que se descubre rápidamente el origen y la situación del incendio, permitiendo programar el mejor acceso y materiales más adecuados a las cuadrillas y demás medios de extinción.
El medio básico empleado para la extinción es el agua, que se acarrea en mochilas al hombro -con la obvia limitación de su peso, máximo 20-25 kg-, o en camiones adaptados o se arroja desde el aire, transportada en avionetas o helicópteros. Se recoge de piscinas, embalses u otras tomas que puedan resultar próximas. El agua transportada en mochilas, aunque limitada, tiene a su favor el que puede dirigirse más certeramente al foco que se trata de apagar.
El frente violento no es el que mejor se puede atajar desde tierra, por el riesgo para el personal, y por eso se tratará de controlar desde el aire. Un helicóptero puede transportar unos 400 l y una avioneta incluso más de 2.500 l.
El agua no se lanza directamente sobre el fuego, sino sobre la franja anterior, para retrasarlo. Se crea así vapor, que desplaza oxígeno, y se añade humedad al suelo. También se añade al agua espuma y emulsiones, siendo habitual teñir el líquido de colores rojizos o naranjas para que el conductor de la avioneta pueda divisar desde el aire donde debe proseguir la fumigación.
Los medios de extinción son actualmente de competencia autonómica, aunque, dependiendo del alcance del incendio, se asumirá la coordinación y supervisión estatal.
3. Detección del origen. Regeneración de los bosques quemados-
Es muy importante la recepción automática de datos relativos al incendio y sus condiciones, para simular la forma más adecuada de controlarlo, hacer menores los daños y más rápido el acceso a los frentes activos. Los modelos de simulación más conocidos son los de Cardini y Farsite.
Para descubrir el punto de origen del fuego, recogida toda la información de campo disponible -se emplean, por ejemplo, potentes imanes para recuperar metales-, se aplica el modelo de simulación a la inversa.
La imagen de un bosque quemado es desoladora, pero la capacidad de regeneración natural es muy alta. Solo cuando la calcinación del suelo es total, es imposible la regeneración, pero en general, el bosque quemado mantiene fuerza suficiente para auto-regenerarse; a veces, el hombre estropea más que favorece.
(Notas tomadas por Angel Arias)
jueves, 22 de mayo de 2008
Prevención de incendios forestales
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