jueves, 13 de marzo de 2008

Una reflexión personal sobre el cambio climático


SÍNTESIS

Cinco ideas conforman el argumento de este artículo: la primera expone que los problemas ambientales son problemas de comportamiento de los agentes socioeconómicos, la segunda entiende que la calidad de vida es el objetivo de las sociedades y de los individuos que las forman y que el estilo actual predominante de desarrollo está muy alejado de tal objetivo, la tercera idea señala que más importante que la realidad objetiva del cambio climático es la idea que comporta y su capacidad para, en virtud del principio de precaución, para modificar tales comportamientos individuales y, por ello, para reorientar los objetivos del desarrollo; la cuarta, por fin, expone las dificultades de predecir los efectos globales, y sobre zonas diferenciadas del planeta, que tal cambio puede producir, así como para calificarlos de favorables o desfavorables. Por último se atribuya a la ciencia y a la tecnología un papel fundamental en la respuesta al fenómeno.

1. Los problemas ambientales son problemas de comportamiento

Los problemas ambientales son, básicamente, problemas de comportamiento de los agentes socioeconómicos: productores y consumidores. Los primeros orientan sus objetivos a producir más y a vender lo producido, y en términos de tal objetivo valoran el éxito de su gestión; los segundos parecen basar la felicidad en aquella máxima equivocada: “más es mejor”, y así persiguen un consumismo exagerado de bienes y de servicios, en cantidad y en calidad: se hacen demasiados viajes y demasiado largos, mientras se desconocen las excelencias de espacios, paisajes y culturas próximos; se mitifican los productos escasos mientras se desprecian los que están al alcance de todos los bolsillos; se persigue la diversión atolondrada y se desprecia el íntimo goce de las cosas sencillas ... y todo ello conduce a un crecimiento de la huella ecológica que supera con mucho la biocapacidad del planeta.
Cuando sepamos comer menos, calentarnos menos en invierno y refrescarnos menos en verano; cuando sepamos construir inmuebles mejor aislados y calentados por barrios con el agua de refrigeración de las centrales térmicas; cuando los hombres hayan vuelto a ir andando al trabajo y las mujeres a reutilizar las mismas bolsas de tela encerada para ir al mercado; cuando los niños vuelvan a leer el Libro de la Selva o los cuentos de Perrault, en lugar de mascar chicle delante de la televisión; cuando las amas de casa vuelvan a tener conocimiento del jabón de Marsella y renuncien a querer lavar más blanco que el blanco de su vecina; cuando los constructores hayan vuelto a aprender a construir, los maestros a enseñar, los jóvenes a escuchar, los dirigentes a dirigir, entonces puede ser que la Humanidad vuelva a tener derecho a vivir y puede que la Naturaleza le ayude nuevamente.
Jacques Picard. Discurso ante el III congreso del W.W.F

2. La dificultad del planeta para acoger la población

El problema se magnifica cuando se considera la creciente cantidad de población humana que soporta el planeta, cuya cabida parece haber sido rebasada no tanto por las necesidades alimenticias cuanto por otras que también consumen espacio y recursos, cual son las energéticas, la ubicación de edificios e instalaciones o la deposición de efluentes. Tales necesidades de espacio para producir alimentos y de energía, para soportar los edificios, infraestructuras e instalaciones y para recibir los efluentes que las actividades humanas emiten, es lo que conforma la denominada huella ecológica: superficie que un individuo o población necesita para subsistir, la cual se adopta como uno de los principales indicadores de sostenibilidad del planeta.

3. El desarrollo como calidad de vida

Y sin embargo la calidad de vida de los ciudadanos, superadas las necesidades básicas, no depende tanto del consumo, cuanto de las condiciones de vida y de trabajo, es decir, sociales, en que vive y de la calidad del ambiente que le envuelve.
Es esta idea de calidad de vida lo que caracteriza al desarrollo sostenible, que no es otra cosa que un desarrollo sensato, resultado del equilibrio entre las tres componentes citadas que conforman tal calidad: la económica, la social y la ecológica, las cuales, llevadas al nivel individual se concretan, respectivamente, en otras tres: el nivel de renta, las condiciones de vida y de trabajo y la calidad ambiental de que dispone cada individuo.

4. La insensatez del modelo de desarrollo imperante

El desarrollo que impera en la actualidad carece de tal sensatez; solo algunas personas, a los que quiero llamar sabios, comprenden este objetivo y organizan su vida sobre el equilibrio entre tales dimensiones. Pero los gobiernos, cualquiera que sea su color ideológico, entienden el desarrollo, de forma reduccionista, en términos de crecimiento económico y valoran el éxito de su gestión en indicadores de producción y de renta, fundamentalmente. Se trata de un desarrollo basado en una serie de características insatisfactorias entre las que destacan las siguientes:

- El comportamiento crecientemente consumista de la población, estimulado por una economía basada en el beneficio, e insolidario en el tiempo, con las generaciones futuras, y en el espacio, con las zonas menos favorecidas a nivel global y regional.
- El pensamiento y las previsiones a corto plazo, propiciado por la actitud de unos poderes públicos incapaces de adelantarse a la dinámica social.
- El predominio del interés privado y del más fuerte sobre el interés público, la equidad y la justicia.
- La especulación del suelo y la consiguiente configuración de modelos territoriales desequilibrados, determinantes de una altísima demanda de movilidad por parte de la población.
- La persistencia de un modelo típico de desarrollo indeseable: el denominado centro-periferia caracterizado por la congestión de ciertas zonas y la paralela desertización de actividad y población de otras.

5. Una inquietante paradoja

Parece observarse una curiosa paradoja en la evolución cultural de la humanidad: el motor que estimula la imaginación y la creatividad humana, lo que se viene denominado con el ambiguo y polisémico término de progreso, en suma, sería la ambición, que lleva a modelos de desarrollo insensatos y a pautas de consumo exageradas. En cambio, sistemas de comportamiento más “naturales” basados en el equilibrio, la adaptación y la sensatez, en suma, parecen conducir a una especie de conformismo y a la aceptación de un cierto fatalismo que llevan a sistemas donde lo común es la escasez y la corta esperanza de vida. La cultura, como señalan los antropólogos, ha ido mucho más deprisa que la evolución biológica ...

6. Si no existiera el cambio climático, habría que inventarlo

En este esquema quiero situar mi reflexión sobre el último icono de la humanidad: la controversia relacionada con el cambio climático; se trata de un fenómeno asociado al efecto invernadero que se atribuye al aumento de la concentración en la atmósfera de los denominados gases de invernadero (principalmente, aunque no el único, el CO2,) que tienen la propiedad de ser prácticamente transparentes a la radiación solar, de onda corta, mientras resultan opacos para la de onda larga de origen terrestre; así se establece una “trampa de calor” unidireccional que impide la devolución de la energía al espacio y llevaría a un calentamiento progresivo de la Tierra.

Resulta curioso que las predicciones del Club de Roma, y otros organismos, en los primeros años de la década de los 70 del pasado siglo, acertaran cuando alertaron a la humanidad sobre los límites del crecimiento, pero erraron en las causas de su alarma que situaban, fundamentalmente, en el agotamiento de los recursos, cuando lo que realmente se ha agotado es la capacidad de la atmósfera para asimilar las emisiones producidas por la utilización de tales recursos. El cambio climático hay que entenderlo en términos de la capacidad receptora de emisiones a la atmósfera.

Quiero entender el fenómeno como un aldabonazo que alerta a la humanidad sobre la posibilidad de que estemos siguiendo un camino de desarrollo equivocado. En este esquema lo importante no es la evidencia científica del fenómeno, sino su capacidad de suscitar la reflexión sobre lo anterior, de tal manera que si no existiera el cambio climático convendría inventarlo.

7. El cambio climático: una “idea fuerza” para inducir otro modelo de desarrollo

En el sentido apuntado, el cambio climático se convierte en “una idea fuerza”, que puede tener notables repercusiones en el enfoque del desarrollo hacia el futuro y en las pautas de comportamiento de los productores y de los consumidores. Y ello porque el principio de precaución, sancionado en la UE y en todos los foros que se ocupan del desarrollo, aconseja actuar como si tal hipótesis estuviese comprobada. En particular resulta importante su capacidad de inducir en los agentes y actores que la naturaleza impone unos límites al crecimiento, los cuales se hacen críticos bajo la hipótesis de la realidad del cambio climático.

La fuerza de la idea es tal que ha llevado a ciertos líderes políticos y ambientalistas a darle una dimensión espiritual y así utilizan un lenguaje mesiánico (se habla de mensaje, de sentido de misión, de verdad irrefutable) y convierten la lucha contra el fenómeno en un movimiento capaz de unir a numerosos individuos mediante un ideal común; el proselitismo que se hace de tal lucha y la apelación a las conciencias y a los comportamientos individuales, cala en la opinión pública hasta el punto de convertirlo, en opinión de algunos, en una especie de nueva religión del siglo XXI. En este sentido el biólogo Miguel Delibes, refiriéndose al movimiento liderado por Al Gore, señala que la estructura organizada por este político resulta casi religiosa, con discípulos que transmiten la buena nueva: unos 1.700 repartidos por todo el planeta, a los que pide una “conexión espiritual”. Y para que no falte un elemento común a todas las religiones, la idea del cambio climático no puede desvincularse de la fe en aquellos científicos, la mayoría, que la predican.

Apelar a las emociones y sentimiento no se compadece con el método científico, pero resulta más eficaz para movilizar a la población e el sentido de racionalizar sus las pautas de comportamiento y a los gobiernos para que promuevan un desarrollo más sensato más equilibrado entre lo económico, lo social y lo ecológico, a los que últimamente se añade lo territorial y la consideración en un escenario global.

8. Pero ¿llegará a tiempo el cambio de paradigma?

Con más o menos dosis de religión, lo cierto es que resulta muy difícil cambiar el curso predominante que lleva la humanidad y, por ello, no confío en el cambio de paradigma señalado, al menos a escala planetaria; tal vez pueda producirse algún movimiento positivo en ciertos países que ya han gozado de altos niveles de renta, incluso se han desilusionado de las bondades de una exagerada bonanza económica, pero no parece generalizable para los países que ni siquiera alcanzan a satisfacer las necesidades básicas de la mayor parte de su población y están muy lejos de pensar en el medio ambiente porque su problema es mucho más inmediato: como subsistir mañana; y es en éstos precisamente, donde se concentra la mayor parte de la población, que tiene a crecer. Es el caso, con carácter general y de mera referencia, de China e India, donde los cambios necesarios en su desarrollo resultan extremadamente difíciles de ajustar a los requerimientos del cambio climático y van a seguir creciendo sin remilgos ni inquietudes por el medio ambiente, al menos a corto y medio plazo.

9. Cuando el hombre apela a la ciencia, comparece

En esta tesitura parece razonable apelar a la ciencia y a la tecnología para buscar la solución a través del desarrollo de una energía limpia y abundante, barata, por tanto, en un plazo que se adelante al horizonte temporal de las catástrofes que predicen los defensores del cambio climático; si esto llegara a conseguirse el problema del agua perdería sentido en un mundo en el que “no falta agua, sobra sal”, ya que la mayor parte de la superficie del planeta está ocupada por extensos y profundos océanos, y quitarle la sal al agua es un problema de energía. Tal escenario energético tendría unas repercusiones enormes en el modelo de desarrollo y en su distribución planetaria.

10. La difícil predicción de los efectos

En cuanto a los efectos del cambio climático; en principio la ciencia alerta sobre la dificultad, si no imposibilidad, de determinar con un mínimo de confianza fenómenos de futuro que dependen de un número demasiado elevado de variables no controlables, incluso desconocidas. En principio habría que pensar que mayor temperatura en el planeta supone más rapidez en el ciclo del agua: más evaporación y, por tanto, más lluvia, al menos a nivel global. Otra cuestión es cómo se distribuyen las precipitaciones y cómo lo hacen las variaciones de temperatura en las diferentes regiones y zonas más o menos concretas. Y, sobre todo, como la población se adapta a los cambios.

11. Mirar a la energía

Las predicciones de los efectos en España muestran menores precipitaciones y mayores insolación y temperaturas, y en consecuencia, mayor evapotranspiración. Tal escenario debería marcar la acción de los poderes públicos en la materia, que debería orientarse a desarrollar de forma prioritaria y decidida, sin regatear medios, la ciencia y la tecnología que pudieran proporcionar energía limpia y abundante.

Domingo Gómez Orea
(publicado también en la revista Tecno Ambiente, número de marzo 2008)

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