jueves, 10 de mayo de 2007

Reflexiones de un visitante en Tenerife: el Hotel Médano y cosas peores



Me he alegrado, me he alegrado muchísimo, cuando he oído que se quiere tirar un edificio que está situado en lugar y forma inadecuados. Llevo tanto tiempo esperando que se me reconozca el derecho al paisaje de calidad, al llamado dominio público, a que los cabos sean cabos, los golfos, golfos, las rías... que me parece un sueño la noticia.

Pero sucede que cuando uno va y mira y reflexiona, las cosas ya no están tan claras.
Visitaba casualmente Tenerife y me acerqué al lugar del conflicto con la ilusión e idea preconcebida de decir: “qué horror”, qué bien hacen tirando esto.

Pero llego, veo y oigo y se tambalea mi regocijo.

El Hotel Médano, en el sur de Tenerife, no es un edificio cualquiera, ni está ahí desde ayer. El hotel es un hito en la zona, un “señor hito”, la gente ha crecido con él, ha disfrutado en él, ha presumido de él, de su arquitectura, incluso se “abriga” con él.

Cuando lo estoy contemplando la gente se acerca y me espeta: ¿no será verdad que tiren esto, verdad? Con el miedo y la sensación del que defiende algo suyo.

La percepción pública tiene mucho peso y ha de tener mucho peso. Pero es que, además, desde los puntos singulares del pueblo, apenas impacta, no desarmoniza el paisaje, está casi en la banda de edificios de su entorno, en un frente edificado hacia la playa.

Puestos a ser coherentes es mucho más agresivo un edificio reciente, mole oscura situada no lejos de él, destacando del entorno.

Mejor harían las autoridades, arreglando tanto feísmo como se puede “admirar” de forma dispersa por el turístico territorio, por ejemplo en el trayecto que se divisa desde que se deja la autopista hasta que se llega al pueblo de El Médano. La calidad ambiental se lo agradecería.

Si hablamos de dominio público, puedo asegurar que hay cientos de ejemplos malísimos en todo el país.

Yo misma iré, en breve, a pasear-llorar por un espacio que está esperando desde hace muchísimo tiempo algún tipo de protección y, mientras, no se cumple ni la Ley de Costas. Es un espacio entre cantil y mar, en Alicante, llenito de valores, en el que los chamizos se han convertido en mansiones y cuyas vallas de cerramiento llegan hasta el mismo camino que bordea el mar, digo: hasta la misma cuneta, impidiendo cruzarse dos bicicletas. Todo puro dominio público

Si se trata de paisaje, ¿para cuando una Ley de Protección del Paisaje, de rango nacional? Por lo menos ¿cuándo ratificamos la Convención europea del paisaje?

No, no es un buen ejemplo de sostenibilidad el hotel, pero, ¿es el primero que debe tirarse? Pienso que puestos a exquisiteces no es el mejor candidato para ejemplarizar.

¿No sería mejor hacer un listado de despropósitos y desacato de tanta y mal gestionada legislación de que disponemos? Yo misma sería capaz de identificar en un pis-pas decenas y, en poco tiempo, cientos de situaciones peores. Este hotel estaría casi de los últimos. Porque es mucho más grave cuando se hace e incumple en el presente, con un amplio marco legal, con un avanzado campo de conocimientos y reconocidos criterios ambientales

Si, al fin, la administración toma cartas en el asunto ¿no resulta un poco ridículo que empiece por algo que no todo el mundo entiende?

A veces quitar una verruga embellece el rostro, pero otras puede dejar un hueco, un vacío, mucho peor.

Teresa Villarino Valdivielso.
Miembro del Comité de Ingeniería y Desarrollo Sostenible
Del Instituto de Ingeniería de España.
(escrito en junio de 2006; aún de plena actualidad, sin embargo)

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